Con la lectura de La Torre Oscura I: El Pistolero reduzco mi lista de libros míticos pendientes desde hace años y doy inicio a una saga que, de momento, no me ha gustado todo lo que creía que me iba a gustar. Pero soy Yos y eso quiere decir que lo mismo dentro de dos días lo idolatro hasta al extenuación, porque la coherencia no es algo que controle del todo bien mi mente y cambiar de opinión es lo mejor del mundo -solo por detrás de los dramas 2.0 del doble check azul en WhatsApp-.
Pasar por una obra de Stephen King es un SÍ muy grande que siempre tengo reservado a las fechas cercanas a Halloween. Así me obligo a hacerle un hueco a la bibliografía del autor. Además, siempre que sujeto un libro de él lo sostengo en alto y grito ¡ESTO ES UN SÍ!, que la vida con exaltaciones es mucho más vida -frase para que la añadáis a mi Wikiquote-.
El Pistolero cuenta la historia de Roland, el hombre más capaz para hacer peregrinaciones, acompañar a su familia de compras en un nuevo centro comercial en sábado y participar en 5 ediciones seguidas de Pekín Express. Sin parar. En pleno 2014 diríamos que es una especie de runner consumidor de productos Quechua versión pistolero. Nuestro amigo Roland va detrás de un ser llamado "el hombre de negro" y en esta parte me da pena que muchos empiecen a hacer la asociación con El Hormiguero. Allá vosotros. Está claro que pasan muchas más cosas, pero no es plan de hacer spoilers indebidos y dejar que vayáis poco a poco descubriendo todo a lo que tiene que hacer frente, que no es poco.